Cuando dentro de cientos de años los arqueólogos descubran algún vestigio de la sociedad de hoy, es probable que encuentren antes restos de basura que de arte o arquitectura. Desde que, en 1909, el químico estadounidense de origen belga Leo Hendrik Baekeland obtuvo el primer polímero sintético, la baquelita, vivimos envueltos en un mundo que depende del plástico, uno de los materiales más dañinos para el medio ambiente. Una botella de agua o un vaso desechable pueden tardar entre cien y mil años en ser asimilados de nuevo por la naturaleza.
En el planeta se producen más de 100 millones de toneladas de plástico al año, de las que un 10% acaba en el mar. Un altísimo coste natural, según Eben Bayer y Gavin McIntyre, fundadores de Ecovative, una empresa neoyorquina especializada en diseño ecológico. "Nosotros no fabricamos materiales, los cultivamos", explica Bayer.
Dell y Ford usarán un material a base de hongos creado en Estados Unidos
Su compañía ha creado un plástico natural y biodegradable, el EcoCradle, a partir de las fibras de los hongos, los micelios, mezcladas con desechos de plantas de procesamiento de algodón. "Queremos sustituir el plástico en todos aquellos productos en los que no tiene sentido su uso, desde ordenadores a televisores", afirman. "No entendemos cómo se puede fabricar material a base de benceno, que dura hasta 10.000 años, para usarlo en un embalaje y tirarlo. Es insostenible", asegura Bayer, quien presume de haber diseñado el primer plástico "vivo".
Los clientes de esta empresa, fundada en 2007, tienen que esperar dos semanas antes de que sus pedidos estén listos. "El EcoCradle tiene un periodo de crecimiento de cinco días", confiesa su creador. El plástico a base de hongos ideado por estos exalumnos del Instituto Politécnico Rensselaer (EEUU) es altamente biodegradable y se reintegra en el ecosistema en un plazo de entre tres meses y un año.
Premiada en Davos
Con limones, piñas y plátanos se fabrica una fibra reciclable y dura
El pasado enero, Ecovative fue una de las compañías más premiadas durante la celebración del Foro Económico Mundial en Davos. Poco después, firmó un acuerdo con el gigante de la informática Dell para convertir en sostenible el embalaje de sus ordenadores. Además, hace sólo unos días, la compañía automovilística Ford anunció que utilizará en sus vehículos el otro gran producto de Ecovative, el Greensulate, un aislante de fibras de hongos que es más barato, ecológico y ligero que las espumas tradicionales, además de ignífugo. Ford sustituirá más de 15 kilos de material aislante de derivados del petróleo por esta solución alternativa. Con apenas 30 años, Bayer y McIntyre pueden revolucionar un sector que genera un volumen de negocio de más de 20.000 millones de dólares al año.
La industria automovilística también podría sufrir un cambio radical si un grupo de científicos brasileños con base en EEUU culmina con éxito el desarrollo de fibras de nanocelulosa a partir de limones, piñas y plátanos. Este compuesto frutal reciclable, similar al plástico y tan duro como el Kevlar, podría usarse para diseñar piezas de vehículos.
Según el director del proyecto, Alcides Leao, la nanocelulosa es hasta un 30% más ligera que los laminados de plástico que actualmente se utilizan y con apenas un kilo de compuesto se pueden obtener hasta 100 de fibras de plástico ecológicas. "Estamos convencidos de que, en un futuro, la mayoría de las piezas de los coches, entre ellas el salpicadero o los parachoques, se fabricarán con fibras de fruta", señala Leao, que con su solución espera "reducir el peso de los vehículos y mejorar el consumo de combustible".
Leao y Ecovative no son los únicos que están tratando de buscar alternativas más sostenibles a los plásticos. YiqiYang, profesor de Bioingeniería de la Universidad de Nebraska, se ha propuesto que los millones de plumas de aves que acaban en la basura cada año se conviertan en los sustitutos del petróleo. Las plumas, como las uñas o el pelo, están compuestas principalmente por queratina, una proteína que, aplicada a la actual fórmula de fabricación de plásticos, podría aumentar su fuerza y reducir su peso. Según Yang, las plumas podrían alcanzar hasta el 50% de la composición de los plásticos, con lo que se reduciría la dependencia de derivados del crudo como el polietileno y el polipropileno. Para Yang, "las plumas son actualmente un desecho, pero tienen grandes propiedades que podrían convertirlas en una alternativa económica y sostenible a los materiales sintéticos".
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Joan Caparrós
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